Redacté este escrito como un desahogo/agradecimiento en el aniversario número 13 de la muerte de papi. Más allá de mi experiencia, entiendo que la esencia nos toca a todos y ha sido la línea de pensamiento de mis pasadas notas: de los cantazos se aprende y en las pérdidas hay ganancias.
Agridulce.
Los 9 de septiembre siempre han sido agridulces. Es un día en el que perdí tanto y a la vez gané. Perdí a uno de los dos seres más importantes de mi vida. Era mi cómplice, porque sus regaños eran certeros, pero con cierta dulzura porque era “la nena”. Perdí la figura masculina, la que luego me haría la vida imposible para encontrar pareja, porque ¿quién alcanza esa madurez e inteligencia como hombre que él modeló? La respuesta: pocos. Perdí a uno de mis cheerleaders... uno del combo de mami y papi que siempre están para uno cuando uno más lo necesita y nadie más lo está. Perdí gran parte de mí.
Se fue parte de mi vida, pero gané tanto a la vez. Conocí quienes eran mis verdaderos amigos. Supe quiénes serían a los que por el resto de mi vida respetaría porque me apoyaron en mi peor momento, aún con la inmadurez que nos caracterizaba a los 16 años. Supe lo que era madurar a cantazo, pero con el orgullo de saber que lo que me tiren, lo aguanto porque esto lo estoy aguantando. Gané compasión y empatía por el sufrimiento de otros. Gané aprecio por la vida (aunque ese sea un tema complicado). Pero sobre todo, gané fortaleza y valentía, porque perdí a uno de mis salvavidas.
En resumen, las pérdidas, por más dolorosas que sean, se convierten en ganancia. No queremos pasar por ellas, pero quienes las vivimos aprendemos a apreciarlas. Aunque sean pocos, sé que algunos comprenderán este párrafo.
Papi sabía de eso y más. Lástima que un 8/9 de septiembre se nos fuera. No lo pude discutir con él, pero tampoco lo hubiese aprendido con él. Esos son los momentos agridulces de la vida. Y todos los años hay un logro agridulce. Ese que me hubiese encantado compartir con él porque “I did it”.
Papi por cinco años ganó el sustento de casa (antes de yo nacer) vendiendo t-shirts para eventos y grandes empresas... Lo cómico de todo esto es que yo decidiera 30 años más tarde (quizás un chispi más) emprender con la venta de T-shirts y hoodies, sin saber que él lo había hecho. Qué chulería más agridulce de la vida!!! Así que sí, mis ocurrencias, proyectos, inventos y ganas de emprender, en gran parte, las “gané” de él.
Dedicado a mi baloncelista favorito, Héctor Blondet Texidor #10 <3